Fue hijo del teniente coronel grancolombiano (más tarde nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau y Berrío, natural de Cartagena de Indias, que llegó al Perú formando parte del ejército del Libertador Bolívar, y de María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento. Antes de entrar a la guerra del Pacífico, logró una curul en el parlamento peruano como representante de Paita - Piura. Es considerado héroe máximo de la Marina de Guerra del Perú y de la nación peruana.
Miguel Grau en el monitor Huáscar
El 31 de agosto de 1867 se promulga en el Perú una nueva Constitución, que reproduce las reformas liberales de la Carta de 1856, abolidas por la Constitución de 1860. Su espíritu, excesivo para la época, hace que estalle la insurrección, acaudillada en el sur por el general Pedro Díez-Canseco y en el norte por el Coronel José Balta. El ambiente popular exaltado favorece la causa revolucionaria que, en Arequipa y Chiclayo, triunfa después de sangrientos combates.
Miguel Grau, que desde mayo de 1867 sirve en la marina mercante, en un barco británico, es llamado a reincorporarse a la Armada del Perú por el General Pedro Díez-Canseco, que ha vuelto a la Presidencia de la República el 22 de enero de 1868.
El 27 de febrero Grau es nombrado comandante del monitor Huáscar, con el grado de capitán de fragata, cargo que va a retener más de ocho años consecutivos y que sólo dejará en 1876cuando se incorpora al Congreso como diputado por Paita, para reasumirlo después en 1879 al empezar la Guerra del Pacífico que enfrentó a Bolivia y Perú de un lado y Chile de otro. El buque fue bautizado con ese nombre por designación expresa del General Pezet, que impartió con tal objeto una Orden General el 13 de septiembre de 1865. La referida Orden justifica el nombre así "...nombre que por ser el del último Monarca legítimo que ocupó el trono de los Incas, encierra en sí grandes recuerdos históricos".
Fue estando en el Huáscar, buque de su predilección, que Grau recibe el 25 de julio de 1868 el ascenso a capitán de navío graduado, que le confiere el presidente de la República, el general Pedro Díez-Canseco. Grau sólo tiene 34 años de edad.
Una semana después del ascenso de Grau, el 2 de agosto de 1868, asume la Presidencia de la República, en elecciones libres, el Coronel José Balta, de limpia trayectoria militar y política y una de las figuras más puras y de mayor relieve de la historia peruana. Grau es amigo y gran admirador de Balta desde años atrás. Ambos han peleado en el mismo campo, en defensa de los mismos ideales, en 1865 contra el Tratado Vivanco–Pareja, y luego en la guerra con España. Balta, que aprecia a Grau y conoce sus cualidades, lo confirma en el mando del Huáscar durante los cuatro años de su periodo de gobierno.
Con el advenimiento de Balta al poder se inicia en el Perú una época de efectiva paz social y de auténtica prosperidad en todas las actividades nacionales. Se ejecutan grandes obras públicas, caminos, ferrocarriles, puentes, muelles, irrigaciones, puertos, progresando en infraestructura el país en forma que no tiene precedentes en la historia peruana. De lo que nadie se dio cuenta en aquella época es que la aparente bonanza de que gozaba el país era producto de los empréstitos de la casa Dreyfus, producto del denominado Contrato Dreyfus, por el que la casa Dreyfus adelantaba cantidades de dinero en metálico a cambio de la explotación y comercialización, en régimen de monopolio, del guano y el salitre, a la sazón la mayor riqueza del Perú por esa época). La casa Dreyfus a cambio, debía pagar con las utilidades que le reportara al Gobierno peruano.
Por aquella época, ya Grau gozaba de alto prestigio internacional, como experto marino y hombre recto de imparcial criterio, que es designado árbitro para que se pronuncie sobre las responsabilidades derivadas de una colisión entre dos buques de guerra extranjeros, uno británico, Glaid Maiden y otro estadounidense Kit Carson, pronunciando su fallo en noviembre de 1868. En relación a este hecho, el diario El Comercio de Perú publicó en sus ediciones del 5 y 12 de noviembre de 1868 lo siguiente:
Los Comandantes de ambas naves depositaron su confianza en el Comandante del Huáscar, abrigando la seguridad de que el fallo sería expedido con plena justicia. Grau, en el fallo que dicta, dice así: “Que los capitanes de ambos buques han tenido omisiones y descuidos en procedimientos y maniobras y no han obrado con el acierto que debían; que aunque los daños que se derivan de la colisión son recíprocos y mayores los de un buque respecto del otro, dichos daños no son sin embargo imputables al uno más que al otro capitán; y que cada uno reporte sus propias averías por haber sido, recíprocamente, causantes de los daños. Y por esta sentencia, en justicia, así lo resuelvo, pronuncio y firmo, en el Callao a 10 de noviembre de 1868. Miguel Grau, Comandante del Huáscar.
El 26 de enero de 1869, Balta promulga la ley de gratitud nacional a los vencedores del 2 de mayo y Abtao. Grau, que comandaba la Unión en el Combate Naval de Abtao, recibe el título de benemérito a la patria en grado heroico. La condecoración que se le impone en el pecho, es de oro, esmaltada, con la siguiente inscripción en el anverso: “Fue uno de mis defensores”; y, en el reverso: “7 de febrero de 1866”. Ese mismo año, el Presidente Balta, con fecha 22 de octubre, expide una resolución en donde se reconoce a Grau como abono a su tiempo de servicios, el tiempo que estuvo navegando en buques mercantes después de promulgarse la ley de reparación del 11 de abril de 1861, así como el posterior periodo que pasó igualmente en la marina mercante británica al finalizar el juicio por la cuestión Tucker. Por su mérito se agrega a los servicios reconocidos tres años y cinco meses más a su favor.
Durante el Gobierno del coronel Balta, Grau se convierte en uno de los más eficientes colaboradores y obtiene varias comisiones como estudio de las condiciones hidrográficas de varios puntos de la costa peruana, a fin de habilitar nuevos puertos. Tampoco descuida la formación militar de la tripulación del buque a su mando. En febrero de 1869, se dirige al mayor de Órdenes del Departamento, en donde le dice, entre otras cosas: “Hace diez meses que la tripulación del buque de mi mando no ha hecho ejercicios de rifle a fuego, por lo cual espero que U. S., se sirva dar el correspondiente permiso para efectuarlo”, logrando conseguir la autorización respectiva para estos ejercicios de fuego.
En junio de 1870, Grau recibe una comisión para viajar a Chile con su buque, el monitor Huáscar. Recorre los puertos del sur del litoral peruano y la costa boliviana, arribando a Valparaíso. La misión consistía en escoltar al bergantín francés Lucie, que trae cargamento de armas para Perú, adquiridas por el Presidente Balta y llega al Callao el 27 de julio. En Chile, no sólo espera al buque francés sino que observa la escena político y militar y ya de retorno al país da sus personales informes al Presidente José Balta.
Aparentemente, la Marina de Guerra del Perú progresa. Sin embargo, el Presidente Balta adquiere los monitores fluviales Manco Cápac y Atahualpa, de lento andar (no desarrollaban más de 2n), que tuvieron que llegar al Perú remolcados, con lentos cañones, si bien de 500 libras, pero de lenta avancarga y de hierro dulce que impedían sostener una cadencia de disparo, porque podían fundirse por el calor; en conclusión, compró chatarras para la Marina de Guerra del Perú. Lo grave es que aún sabiendo que eran monitores fluviales y que iban a ser usados en el mar, los compró. Por ello, es uno de los responsables que años más tarde el Perú con cara a la guerra, se encontrara en inferioridad de condiciones.
Lo peor es que los informes personales de Grau eran gravísimos, informes que fueron confirmados en enero de 1872 por el Cónsul del Perú en Valparaíso, coronel Adolfo Salmón. Esta confirmación del Cónsul peruano daba cuenta de la decisión del Gobierno de Chile de adquirir en el Reino Unido dos blindados, para aventajar al Perú en el mar. Balta, entonces, decidió incrementar la Armada peruana con dos acorazados de mayor blindaje y poder que los que contratara Chile, a fin de mantener la preponderancia naval sobre Chile. Es así que Balta con cargo a dar cuenta al Congreso, firma una resolución suprema, el 14 de febrero de 1872, con acuerdo del Consejo de Ministros, ordenando la construcción en el Reino Unido de poderosos acorazados con mayor poder de fuego que los que Chile pretendía adquirir, además de dos cañoneras guardacostas y armamento terrestre. Para este efecto envía a Londres una misión naval presidida por el capitán de navío Manuel J. Ferreyros, que se desempeñaba como Comandante General de la Marina.
La Comisión Naval llegó a concertar en mayo de 1872 los contratos para la construcción de dos acorazados de 3.000 t cada uno, 15 millas de andar, 9 pulgadas de blindaje y cañones de 500 libras, que eran de indiscutible superioridad a los dos blindados que mandó construir Chile, el Almirante Blanco Encalada y el Almirante Cochrane, de 2.200 t cada uno, blindaje de siete pulgadas, andar de doce millas y cañones de 300 libras. Y aquí aparecen las consecuencias del Contrato Dreyfus: al enterarse de las negociaciones para la adquisición de los acorazados, la Casa Dreyfus, agente financiero del Perú en París, exige que antes de proporcionar los fondos para la construcción de los acorazados se arreglasen sus cuentas antes de proceder al adelanto de fondos para adquirir los buques. Lo anterior y el asesinato del coronel José Balta, ocurrido en julio de 1872, impidieron se llevara a cabo el proyecto trazado.
Fuente : Wikipedia
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